IC 151 - La Iglesia Evolutiva del Card. Kasper

Ante esta revolución doctrinal iniciada por el Concilio Vaticano II, les invitamos, estimados lectores, a seguir estudiando los problemas suscitados por la doctrina conciliar y las reformas que surgieron de ella. Mientras que la síntesis de Mons. Fellay, presentada a continuación, recuerda y refuta los principales errores conciliares, el estudio de la doctrina del Cardenal Kasper, de mucha influencia en la Roma actual, manifiesta la mentalidad evolucionista que parece afectar al mismo Papa.

Editorial del Superior del Distrito

Estimados Lectores:

A cincuenta años de la clausura del Concilio Vaticano II y mientras se lleva a cabo la segunda parte del Sínodo sobre la familia, cuya preparación suscitó una abundante polémica, las siguientes palabras de Mons. Marcel Lefebvre suenan más actuales que nunca:
 

¿A dónde vamos? ¿Cuál será el término de todos los cambios actuales? No se trata tanto de guerras, de catástrofes atómicas o ecológicas, sino sobre todo de la revolución fuera y dentro de la Iglesia, de la apostasía, en fin, que gana pueblos enteros, antaño católicos, e incluso a la Jerarquía de la Iglesia hasta su cima. Roma parece sumergida en una ceguera completa, la Roma de siempre está reducida al silencio, paralizada por la otra Roma, la Roma liberal que la ocupa. Las fuentes de la gracia y de la fe divinas se agotan y las venas de la Iglesia canalizan por todo su cuerpo el veneno mortal del naturalismo.

Es imposible comprender esta crisis profunda sin tener en cuenta el hecho central de este siglo: el segundo Concilio Vaticano. Creo que mi sentir en relación a él es bastante conocido para que pueda decir, sin rodeos, el fondo de mi pensamiento: sin rechazar en su totalidad ese concilio, pienso que es el desastre más grande de este siglo y de todos los siglos pasados desde la fundación de la Iglesia. En esto, no hago más que juzgarlo por sus frutos, utilizando el criterio que nos ha dado Nuestro Señor (Mat. 7, 16). Cuando se pide al Card. Ratzinger que muestre algunos buenos frutos del Concilio, no sabe qué responder; y al preguntarle un día al Card. Garrone cómo un «buen» concilio había podido producir tan malos frutos, me respondió: «¡No es el Concilio, son los medios de comunicación social!»

Aquí, un poco de reflexión puede ayudar al sentido común: si la época postconciliar está dominada por la revolución en la Iglesia, ¿no es simplemente porque el Concilio mismo le dio entrada? «El Concilio es 1789 en la Iglesia», declaró el Card. Suenens. «El problema del Concilio fue asimilar los valores de dos siglos de cultura liberal», dijo el Card. Ratzinger. Y explica: Pío IX con el Syllabus, había rechazado definitivamente el mundo surgido de la Revolución, al condenar esta propuesta: «El Pontífice romano puede y debe reconciliarse y acomodarse con el progreso, con el liberalismo y con la civilización moderna» (N° 80). El Concilio, dice abiertamente Joseph Ratzinger, ha sido un «Contra Syllabus» al efectuar esta reconciliación de la Iglesia con el liberalismo, particularmente por medio de la «Gaudium et Spes», el más largo documento conciliar. Así se deja la impresión que los Papas del siglo XIX no supieron discernir en la Revolución de 1789 la parte de verdad cristiana asimilable por la Iglesia. ¡Una afirmación así es absolutamente dramática, sobre todo en la boca de representantes del magisterio de la Iglesia! De hecho y esencialmente ¿qué fue la Revolución de 1789? Fue el naturalismo y el subjetivismo del protestantismo, traducidos en normas jurídicas e impuestos a una sociedad todavía católica. De allí la proclamación de los derechos del hombre sin Dios; de allí la exaltación de la subjetividad de cada uno, a expensas de la verdad objetiva; de allí el poner en el mismo nivel todas las creencias religiosas ante el Derecho; de allí, en fin, la organización de la sociedad sin Dios y sin Nuestro Señor Jesucristo. Una sola palabra designa esta teoría monstruosa: el liberalismo” (Mons. Lefebvre, “Le destronaron”, Introducción).

Ante esta revolución doctrinal iniciada por el Concilio Vaticano II, les invitamos, estimados lectores, a seguir estudiando los problemas suscitados por la doctrina conciliar y las reformas que surgieron de ella. Mientras que la síntesis de Mons. Fellay, presentada a continuación, recuerda y refuta los principales errores conciliares, el estudio de la doctrina del Cardenal Kasper, de mucha influencia en la Roma actual, manifiesta la mentalidad evolucionista que parece afectar al mismo Papa.

Estas dificultades presentes nos mueven, más que nunca, a acudir a la Madre de Dios, especialmente por el rezo diario del Santo Rosario, esperando de ella la solución a todos los problemas y el remedio a los males de nuestra época.

Que Dios los bendiga.

Padre Mario Trejo
Superior de Distrito América del Sur


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