Ordenaciones en Ecône - Suiza

Fuente: Distrito de México

El pasado 12 de marzo, Monseñor Bernard Fellay, Superior General de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X ordenó subdiáconos a 15 seminaristas en nuestro seminario San Pío X en Ecône (Suiza). ¡Descubra el reportaje fotográfico al final del artículo!

De los 15 seminaristas que recibieron el subdiaconado, 12 son miembros de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X, 11 Franceses y un Español, dos pertenecen a la orden Benedictina de Bellaigues (Francia) y uno a la Fraternidad de la Transfiguración de Mérigny (Francia).

En la misma ceremonia, 4 clérigos recibieron las dos últimas órdenes menores de exorcista y acólito: 3 para la FSSPX y uno para el convento de los Capuchinos de Morgon.


Las órdenes menores

El exorcista

La tercera orden es la de exorcista. Otorga, sobre todo, el poder de arrojar a los demonios del cuerpo de los posesos, e igualmente de alejarlo de los fieles. Sus virtudes particulares son la pureza de corazón y la mortificación de las pasiones. El exorcista toca el libro de los exorcismos, símbolo de su función.

El acólito

La cuarta orden menor es la de acólito. El acólito participa de modo mucho más cercano en la santa misa, que es la finalidad principal del sacramento del Orden, sirviendo a los ministros sagrados el vino y el agua en el altar. Tiene que esforzarse por llevar una vida casta según la grandeza del ministerio que ejerce. Al tocar las vinajeras, recibe cierto poder sobre las ofrendas que lleva al altar.

Las órdenes mayores

No hay nada tan divino –dice Santo Tomás– como el objeto del sacramento del Orden y del sacramento de la Eucaristía, es decir, el propio Jesucristo Nuestro Señor.

El sacerdote pronuncia las palabras de la consagración, toca el Cuerpo de Nuestro Señor y lo da a las almas. El diácono ya puede acercarse al santísimo Sacramento, hasta el punto de poder tocar el Cuerpo de Nuestro Señor Jesucristo. El subdiácono vela particularmente por los vasos sagrados. Por consiguiente, estas tres órdenes son mayores, puesto que los que las reciben tienen poderes sobre las cosas sagradas, y deben tener un grado de pureza aún mayor que los que están en las demás órdenes.

El subdiaconado

El subdiácono tiene como función, en la misa solemne, presentar la patena y el cáliz al diácono, echar el agua en el cáliz y cantar la epístola. Además, está encargado de purificar los lienzos sagrados.

Las ceremonias del subdiaconado tienen lugar del siguiente modo:                                                                                           

  • Advertencia inicial: desde el principio de la ordenación, el obispo advierte a los subdiáconos que se les impone la castidad perpetua, y que nadie puede ser admitido a esta orden sin tener la voluntad sincera de someterse al celibato (CIC, can. 132).
  • Letanías de los Santos: los ordenandos se postran en el suelo, en señal de humildad y adoración, como hacían antiguamente los patriarcas y profetas. En ese momento, en unión con todos los elegidos del Cielo, se cantan las letanías de los santos, oración predilecta de la Iglesia, en la que se presentan a la Santísima Trinidad todos los méritos y trabajos del Hombre-Dios. Esta postración y letanías preceden igualmente al diaconado y sacerdocio.
  • Admonición: enumera las funciones del subdiácono.
  • Entrega de los instrumentos: entrega del cáliz y de la patena.
  • Oración por los nuevos subdiáconos: el obispo pide para los subdiáconos la gracia de que puedan cumplir bien sus funciones, así como los dones del Espíritu Santo, para que sean guardianes vigilantes del altar durante el sacrificio.
  • Imposición de los ornamentos sagrados.
  • Entrega del libro de las epístolas.

Para que los subdiáconos eleven regularmente su mente a Dios, la Iglesia les manda el rezo del breviario (CIC, can. 135). Su nuevo estado exige de ellos un profundo espíritu de fe y la práctica, no sólo de la pureza del cuerpo, sino también del corazón.

Fuente: La Porte Latine